Lo que persigue este modelo de coaching, es la toma de
conciencia por parte del individuo, de sus propios recursos y capacidades junto con el desarrollo de la competencia consciente. Para un coaching eficaz,
hay que plantearse “Qué hace y Qué debería hacer el individuo”; si tiene unos
objetivos bien definidos, qué resultados desea obtener, cómo está gestionando
sus estados internos…Ha de plantearse el motivo por el que no está obteniendo
los resultados deseados.
El Coach, ha de provocar que el individuo sometido a un
proceso de coaching, identifique y analice ejemplos de actuaciones exitosas y
actuaciones fallidas. Estaría bien qué defina qué es para él una actuación
exitosa y qué es para él una actuación fallida. Se puede trabajar sobre
ejemplos de personas a las que quiera emular, y después analizar sus propias
actuaciones y observar qué es lo que él considera que no salió bien y qué
tendría que hacer para cambiar el resultado deseado. Por lo tanto, deberá
centrarse después en Qué hay qué hacer y Cómo hacerlo. Por supuesto, no queda
la cosa ahí. A partir de esta fase, viene la puesta en práctica, el trabajo
constante y enfocado en el objetivo a conseguir.
Por si alguien tiene alguna duda aún, el Coaching requiere
trabajo, trabajo y más trabajo con uno mismo. Es un esfuerzo constante que en
la mayoría de las ocasiones lleva al individuo a unos intensos vaivenes
emocionales producidos por el choque entre lo que ha ido asimilando y automatizado
durante toda una vida y los nuevos aprendizajes que vienen a desbancar lo que
está anclado en su mentalidad. Porque nosotros, todos, nacemos y crecemos con
una mente limpia; pero vivimos en un entorno social. Nuestros padres y demás
familia, nuestros maestros, nuestros amigos, lo que escuchamos y lo que
vemos…todo el exterior va entrando en nuestra retina y se va anclando de
diferentes maneras en unos y en otros, en nuestra mente. Algunas cosas nos
agradan, otras nos desagradan, unas nos provocan rechazo, sorpresa,
incredulidad y un sinfín de sensaciones que van a enfrentarse o no con nuestra
esencia. Crecemos y vamos grabando a fuego creencias y límites que nos
autoimponemos porque así percibimos el pequeño mundo que nos rodea, y nos
sentimos mal. Y no sabemos por qué. Los estímulos externos determinan qué
comemos, cómo vestimos, qué música escuchamos, los ruidos que toleramos… Esto
significa que las influencias externas determinan las oportunidades y las
limitaciones, y si el individuo no sabe detectarlas, no podrá luchar contra
ellas. Por tanto, las influencias externas influyen sobre el modo en que
abordamos un problema o un objetivo. Y la mayoría de las veces, vivimos toda
una vida así, y nos morimos sin saber por qué tenemos esta lucha interna con
nosotros mismos y que nos impide ser libres. Nos autoencarcelamos.
Para obtener un resultado deseado, debemos ser conscientes
del entorno en el que nos movemos e identificar las oportunidades y
limitaciones. En Coaching, hay que definir claramente en dónde estás ahora, en
dónde deseas estar y actuar sacando partido de las oportunidades y tratar con
las limitaciones. Un Coach ayudará al individuo a averiguar cuáles son esas
oportunidades y esas limitaciones del entorno y cómo sacar partido de todo
ello. El individuo tendrá que aprender a tomar decisiones a partir de este
conocimiento.
Hay un dicho que dice “Si le das pescado a una persona, se
alimentará por un día, pero si le enseñas a pescar, la alimentas para el resto
de su vida”.
Comentarios
Publicar un comentario