Nos pasamos la mayor parte de nuestro tiempo con el peso enorme de la baja autoestima. Uno se sabe buena persona, y sin embargo existe un lado de su mente que le provoca un terrible dolor; el lado malo contra el lado bueno. Y el lado malo gana demasiadas veces, aún sabiendo que el lado bueno es el que somos realmente; el lado malo es nuestra perversa imaginación intentando siempre ganar batallas para posicionarse en el lugar que no le corresponde, y lo más increíble es que, sin tener razón, gana.
Creo firmemente que para progresar en nuestro bienestar debemos lograr superar este tramo. Es muchas veces más difícil de lo que podría parecer a aquellos que no lo padecen, pero también es posible, y ésto es en lo que debemos centrarnos, en la posibilidad. ¿Y cómo empezar? Pues lo mejor es escuchar lo que te está diciendo tu mente en este momento, y a partir de aquí, no dejar de hacerlo hasta que comprendas cómo está funcionando. Es como si estuvieras estudiando la mente de otra persona, o la de la tuya misma siempre que puedas hacerlo desde el amor, con sumo cariño, sin juzgar, sólo estudiando, prestando atención y tomando nota de cómo actúa, sobre todo en esos momentos en que juega al libre albedrío, sin que tú se lo mandes, y sin orden alguno.
Desde los primeros días haciendo este ejercicio, si lo llevamos con plena consciencia, nos vamos a sorprender. Se trata de que, cada vez que somos conscientes de que nos llega un pensamiento negativo que no hemos reclamado, debemos controlarlo; si es un pensamiento de algo real que ya ha sucedido, no vale la pena luchar contra él, sino más bien aceptarlo y superponer un pensamiento positivo bien sobre nuestra persona, o sobre algo concreto que queremos lograr, o visualizándonos en un lugar tranquilo y hermoso, sin esfuerzo, con calma, una y otra vez y con mucho mimo.
Con el tiempo, he comprobado que funciona, y esto es así porque somos animales de hábitos. Si cogemos el hábito de beber agua constantemente, nuestro cuerpo nos pide agua; si por el contrario pasamos tiempo sin hacerlo, nos daremos cuenta de que casi nunca tenemos sed y al final, nos obligamos a beber, ya sea para mejorar el aspecto de nuestra piel, ya sea por recomendación médica, ya sea por pura hidratación.
En unas semanas te encontrarás sintiendo que lo has logrado, tu mente se ha acostumbrado a los nuevos hábitos, y lo que antes tenías que controlar, ahora saldrá de una manera natural.
Creo firmemente que para progresar en nuestro bienestar debemos lograr superar este tramo. Es muchas veces más difícil de lo que podría parecer a aquellos que no lo padecen, pero también es posible, y ésto es en lo que debemos centrarnos, en la posibilidad. ¿Y cómo empezar? Pues lo mejor es escuchar lo que te está diciendo tu mente en este momento, y a partir de aquí, no dejar de hacerlo hasta que comprendas cómo está funcionando. Es como si estuvieras estudiando la mente de otra persona, o la de la tuya misma siempre que puedas hacerlo desde el amor, con sumo cariño, sin juzgar, sólo estudiando, prestando atención y tomando nota de cómo actúa, sobre todo en esos momentos en que juega al libre albedrío, sin que tú se lo mandes, y sin orden alguno.
Desde los primeros días haciendo este ejercicio, si lo llevamos con plena consciencia, nos vamos a sorprender. Se trata de que, cada vez que somos conscientes de que nos llega un pensamiento negativo que no hemos reclamado, debemos controlarlo; si es un pensamiento de algo real que ya ha sucedido, no vale la pena luchar contra él, sino más bien aceptarlo y superponer un pensamiento positivo bien sobre nuestra persona, o sobre algo concreto que queremos lograr, o visualizándonos en un lugar tranquilo y hermoso, sin esfuerzo, con calma, una y otra vez y con mucho mimo.
Con el tiempo, he comprobado que funciona, y esto es así porque somos animales de hábitos. Si cogemos el hábito de beber agua constantemente, nuestro cuerpo nos pide agua; si por el contrario pasamos tiempo sin hacerlo, nos daremos cuenta de que casi nunca tenemos sed y al final, nos obligamos a beber, ya sea para mejorar el aspecto de nuestra piel, ya sea por recomendación médica, ya sea por pura hidratación.
En unas semanas te encontrarás sintiendo que lo has logrado, tu mente se ha acostumbrado a los nuevos hábitos, y lo que antes tenías que controlar, ahora saldrá de una manera natural.
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